9.3.13

Renée Vivien. Bacante triste

El día ya no clava sus flechas arrogantes
Los bosques se embriagan de nocturna belleza.
Es la hora que turban con danzas las Bacantes
en una extenuación que alarga ritmos languidos.

Sus cabellos revueltos lloran sangre de viñas,
como alas de los vientos son sus vividos pies.
La rosa de su carne, sus contornos elásticos,
han poblado la fronda de animadas sonrisas.

La más joven evoca con su canto estertores:
de tanto amor se adensa su garganta en sollozos.
Muy distinta es en todo a las demás: es pálida.
En su frente hay tormenta y amargura de olas.

El vino que retiene el sol de las vendimias
no le concede el don del generoso olvido.
A medias ebria, es triste su ebriedad sin embargo
guirnaldas de hojas negras ciñen su frente pálida.

Hay en ella un hastío de los júbilos falsos.
Un presentir de frías, durísimas mañanas
corrompe los ardores, la miel de las caricias,
y, en medio de las rosas de los festines, sueña.

Le llega la memoria de besos que se olvidan.
No habrá de conocer sin tormento el deseo
la que mira sin tregua agonizar las flores
melancólica, al fondo de las noches de orgía.

De "Estudios y preludios"

No hay comentarios: