17.3.13

Elizabeth Bowen. No bien llegó marzo...

No bien llegó marzo florecieron los azafranes y se tiñeron enseguida de púrpura y amarillo. Muy pronto se corrió la voz: era posible pasear por allí después del té. Es a las cinco de la tarde, más o menos, cuando suena la primera hora de la primavera; el otoño llega muy temprano por la mañana; la primavera llega al final de un día invernal. A punto de caer la noche, el aire se vuelve más ligero y se ve atravesado por una misteriosa luz blanca; el manto de oscuridad queda suspendido, como a la espera de que ocurra algún hecho sin precedentes. Puede que aún no sea la hora del crepúsculo y que los árboles no estén todavía en flor, pero los sentidos quedan atrapados por un presagio, por un presentimiento tan tenue y, sin embargo, tan concreto que hace girar nuestra mente y exalta nuestro corazón.

De "La muerte del corazón"

No hay comentarios: