I
Balanceándose en el mar lapislázuli
avanza una manada de barcos en botella,
cada uno con un telegrama dirigido a mí.
"Destruye tu espejo y evita los infortunios",
pía el primero; "vive en una isla silenciosa
donde el agua borre todas las huellas".
El segundo canta: "No recibas a ningún galán errante
que desee holgar en el puerto hasta el amanecer,
pues tu destino entraña un oscuro agresor".
El tercero grita mientras todos los barcos se hunden:
"Siempre hay más de una manera buena de ahogarse".
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