Yo estaba pasando la aspiradora por el salón, y poco antes había recogido un libro parcialmente oculto bajo el sofá. Se llamaba Siete cuentos góticos. El título me incitó a abrirlo, e incluso mientras oía la conversación de los Montjoy, seguí leyendo, sosteniendo el libro abierto con una mano y dirigiendo la aspiradora con la otra. Desde la terraza no me veían.
-No hablo con el corazón en la mano -dijo Mira-, hace tiempo que intento entender a Dios. Ahora me he hecho amiga de él. Para amarlo sinceramente hay que amar el cambio, hay que amar las bromas, siendo éstas las genuinas inclinaciones de su propio corazón.
De "Ayuda doméstica"
En "La vista desde Castle Rock"
No hay comentarios:
Publicar un comentario