I.
Llamaron a mi puerta;
no me arriesgué a dejar pasar.
Pero me llamaron otra vez;
no me negué ya más.
Aún la muerte me era extraña.
Todo empezó tal cual.
Nos acostamos en mortajas,
una se llega a acostumbrar.
II.
La noche
en la que
el miedo
habita,
también tiene
estrellas
y a la
Luna.
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