Reside en la naturaleza del escritor el deseo de hacerse escuchar. Un día, cuando siente que es capaz de producir algún efecto, le parece maravilloso; y mucho más a pesar de que pocas son las cosas consoladoras que puede decir a los seres humanos, tan necesitados de consuelo como sólo los seres humanos pueden estarlo: heridos, lesionados y colmados por un dolor secreto e inmenso con el que ellos, por encima de todos los demás seres, están marcados. Es una distinción tremenda e incomprensible.
De "Se puede exigir al ser humano que afronte la verdad"
En "Literatura como utopía"
No hay comentarios:
Publicar un comentario