El amor debe de ser la búsqueda del adentrarse más allá de la conciencia, en el mundo del sueño, acercarse cogidos de la mano a las puertas del jardín inexorablemente amurallado, y solo entreabierto; un instante en que se rebosa de certidumbre, en que la duda parece abolida para siempre, en que se viaja hacia dentro del ser -ese secreto intacto- en que nada transcurre.
De "Delirio y destino"
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