28.11.16

Sylvia Plath. Místico

El aire es un millón de signos de interrogación-
preguntas sin respuesta,
deslumbrantes y borrachas como moscas
con besos que aguijonean insoportablemente
los podridos úteros de brisa negra bajo los pinos en verano.

Recuerdo
el agónico aliento del sol sobre los camarotes de madera,
la rigidez de las velas, grandes sábanas saladas al viento.
Una vez has visto a Dios, qué hacer?
Una vez se ha adueñado de ti

sin que nada quede, ni una parte,
ni el dedo de un pie o de una mano, y eres utilizado,
utilizado hasta el fin, en la conflagración solar, los estigmas
que se propagan desde las viejas catedrales
qué hacer?

La experiencia de la sagrada hostia,
el paseo a la orilla de las aguas tranquilas? Un recuerdo?
O vislumbrar pedazos de Cristo
llenos de vida en los rostros de los roedores,
los dóciles mordisqueadores de flores, aquellos

cuyas esperanzas son tan humildes que viven felices-
el jorobado en su pequeña y pulcra granja
bajo los rebrotes de las clemátides.
No existe el gran amor, únicamente la ternura?
Recuerda

el mar a quien camina sobre él?
Intencionadas ausencias en las moléculas.
Respiran las chimeneas de la ciudad, transpiran las ventanas,
los críos brincan en sus cunas.
El sol florece, es un geranio.

El corazón no se ha detenido.




De "Árboles en invierno"

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