28.12.16

Carmen Kurtz. El desconocido

La gente la comprimía. Los gritos, las exclamaciones y los llantos de los demás llegaban a sus oídos. El mar frente a ella, se entendía como una placa aceitosa, densa. Hacía por lo menos una hora que esperaban. Todos estaban aguardando y la Estación Marítima iba engullendo gente. Y ella no conseguía desprenderse de su estupor. Su cuerpo no era suyo; era prolongación de todos los que allí se apiñaban.


Principio de "El desconocido"
    

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