1.4.17

Elaine Dundy. Te quiero verde


Estábamos en uno de esos días de septiembre calurosos, tranquilos, optimistas. Recuerdo que eran más o menos las once de la mañana, y que yo paseaba por el boulevard St. Michel mientras las ideas me salían de la cabeza como volutas de humo, cuando de pronto oí una voz que me gritaba:

-Sally Jay Gorce! Pero bueno! Dios mío, eres tú de verdad, la Sally Jay Gorce que yo conozco?
Noté que una mano me desordenada el cabello y me di la vuelta; me enfadó mucho que me hubieran sacado de mi ensimismamiento con tanta brusquedad.
Y delante de mí me encontré, luciendo el atuendo que, según reconocí inmediatamente, era el uniforme imperante en aquella época en la margen izquierda del Sena (una camisa de lana oscura y unos viejos pantalones militares de color caqui), nada menos que a mi viejo amigo Larry Keevil, que me escudriñaba con cierta inquietud.


Principio de "Te quiero verde"
    

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