La autoafección requiere hoy un retorno a nuestro propio cuerpo, nuestro propio aliento, un cuidarse de que nuestra vida no nos quede sometida a las tecnologías, el dinero, el poder, la neutralización en un «gente» universal, la asimilación en un mundo anónimo, la soledad del individualismo.
La autoafección requiere fidelidad a uno mismo, respeto por el otro en su singularidad, reciprocidad en el deseo y el amor -más generalmente, en la humanidad. Tenemos que redescubrir y cultivar la autoafección, empezando, en todo momento y situación, de dos, dos que respetan su diferencia, para preservar la supervivencia y el devenir de la humanidad, para todos y cada uno de nosotros.
Final de "En el principio era ella"
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