Billetes, migraciones, preocupaciones, propiedades, deudas, cambios de nombre y vuelta a cambiar otra vez, y todo esto por haber leído muchos libros. Y así, de Kentucky a Nueva York, a Boston, a Maine, a Europa, arrastrada por un río de párrafos y capítulos, de verso blanco, de libritos pequeños traducidos del polaco y de libros grandes traducidos del ruso, todos consumidos en un desvelo sedentario. Bastará eso; que sea cierto no importa. Indudablemente, carece del dramatismo de un: en el muelle vi al viejo capitán de fragata con su barba blanca y me enrolé en la travesía... Pero a fin de cuentas, "yo" soy una mujer.
De "Noches insomnes"
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