Hoy he decidido dejar de buscar, me remito a la carta que dejó Lucile. Oigo a Lucile como le gustaba que se la oyese: al pie de la letra.
Sabía y sentía que la enfermedad acabaría venciéndola, sufría, estaba cansada. Los combates que había sostenido a lo largo de su vida no le habían dejado fuerzas para afrontar éste.
Lucile murió a los sesenta y un años, antes de ser una anciana.
Lucile murió como lo deseaba: viva.
Hoy soy capaz de admirar su valor.
Final de "Nada se opone a la noche"
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