la temerosa y negra,
tendida como un manto de confites
sin luna y sin estrellas!
Livor celeste en el divino sueño
del orbe sideral,
párpado oscuro de la rubia tarde
cerrado sobre el mar.
Qué bien se está contigo, cuando sobran
imágenes de soles
en una mente condenada al fuego
de cárdenos amores!
Campana grave, de tañido sordo,
eclosión de silencios,
donde solo percute el inaudible
cantar de los recuerdos.
Espasmo informe de las cosas, vivas
en un tétrico arrullo,
qué bien recibe el alma su rocío
de tu callado pulso!
Calma, tiniebla,
cerrazón silente
bálsamo fresco de la roja herida
que nunca duerme...
Qué bien se está contigo, noche oscura,
regazo maternal,
luto de la mirada que Dios vela
encima de la mar!
Envuelve en tu ropaje sedativo
la voz de mi secreto;
que nadie sepa mi quebranto, insomne
bajo tu sueño.
En la "Antología de poetas españolas.
De la generación del 27 al siglo XV"
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