Fue el año de Dostoievski, Chéjov y Tolstoi, y los primeros barruntos de la existencia de una región insospechada, equidistante de Nueva York, de la Rusia de la zares y de nuestras salas de Georgia; la maravillosa región solitaria de las historias sencillas y del mundo interior.
De "Cómo empecé a escribir"
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