13.9.18

Elizabeth Bishop. Cirque d`Hiver

Por el suelo aletea el juguete mecánico,
propio de un rey de hace varios siglos.
caballito de circo con real pelambre blanca.
Los ojos son de vidrio negro.
Lleva una danzarina en las ancas.

Ella se está sobre las puntas de los pies y gira, gira.
Lleva cosido un ramo de artificiales rosas
que le cruza la falda y el brillante corpiño.
Sobre la cabeza se posa
otro ramo de rosas artificiales.

Melena y cola vienen directamente de Chirico.
Su alma es formalista y melancólica.
Percibe el tembloteo de los rosados pies de ella en sus ancas
a lo largo de la pequeña pértiga
que a ella le traspasa cuerpo y alma

y atraviesa los suyos, y reaparece
por bajo la barriga, como un gran abrelatas.
Aventura tres pasos, luego hace una reverencia,
vuelve a trotar, dobla una pata,
trota, luego retiñe y se para, y se me queda mirando.

La danzarina, en tanto, me ha vuelto la espalda.
Él es como mucho el más inteligente.
Mirándonos el uno al otro con aire enfurecido
-su ojos parece una estrella-
nos observamos diciéndonos: "Bien, hasta aquí hemos llegado".

[North and South, 1946]


En una selección de poemas
en el libro "Poesía norteamericana 1900-1950"
   

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