pera,
tras de la miel, listado de oro,
el amarillo enjambre
no fue más veloz que yo
(líbranos de lo bello)
y me hinqué de rodillas
gritando:
nos has desollado
con tus flores,
déjanos la hermosura
de los árboles
Tras de la miel, las abejas
no cesaron,
su canto al aire aturdía
y sólo yo de rodillas estaba.
Oh ruda talla
del dios del huerto,
te traigo una ofrenda;
tú, el único que no eres hermoso,
hijo del dios,
líbranos de lo bello;
estas avellanas caídas,
que ha poco ha soltado la vaina,
racimos rojopurpúreos,
con las uvas
ya chorreando vino,
granadas abiertas,
higos encogidos
y membrillos intactos
como ofrenda te traigo.
[Colleted Poems of H.D., 1925]
En una selección de poemas
en el libro "Poesía norteamericana 1900-1950"
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