con que todo quede a polvo reducido,
sobre cuántos precipicios canté
y en cuántos espejos he vivido?
Aunque yo no sea ni sueño ni alegría
y aún menos gracia bienaventurada,
tal vez a ti más de lo que debería
la memoria te estará encomendada:
el rumor de los versos sedantes
y el ojo en su fondo celoso
de la herrumbrosa corona punzante
en el propio silencio angustioso.
En "He leído que no mueren las almas"
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