10.1.19

Rose Macaulay. La sombra

Había una Sombra en la luna, la vi posarse, inclinarse y proseguir
su solitario camino, así pues sé que la noche de azul terciopelo pronto
arderá ruidosa y brillante, como si las estrellas se precipitaran contra la ciudad,
las calles destruidas, las casas desplomadas que aplastan a la gente como jarras de vino...
   El miedo se despierta:
   Y después qué?
   Espectáculo desviado del Miedo que quiebra
   a los jóvenes del mundo.
Brillantes dedos apuntan hacia el cielo, señalan boquiabiertos y no pueden encontrarla
(la mano de Dios, piensas, se ha vuelto ciego)... Los extraños rostros blancos se retuercen y lloran.
La última vez que cayeron destrozaron nuestra plaza convirtiéndola en un montón de basura ardiendo,
con la gente hundiéndose en él tan hondo que ni siquiera se les oía perjurar. 
   El fuego ciega.
   Y después qué?
   Sombra pálida del Dolor que pulveriza
   a los jóvenes del mundo.
La débil sangre corre calle abajo, corre como el fuego,
   como el vino?
Son los sesos derramados tan vívidos, tan elegante,
   los miembros aplastados tan ligeros, los sueños
   muertos tan dulces?
Hay una Planicie en la que los miembros y los sueños
   y los sesos yacen, para ver arder el mundo,
tirados en montones empapados de lodo... Zas!
   Comienza el espectáculo 
de esta noche, al parecer.
   La muerte... Bueno. 
   Y después qué?
   Borde de la sombra del Infierno
   de los jóvenes del mundo.


En la antología "nada tan amargo.
Seis poetas inglesas de la Primera Guerra Mundial"
     

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