(A R.A.L. muerto a causa de sus heridas en Francia. 23 de diciembre de 1915)
Quizá algún día el sol vuelva a brillar
y veré que el cielo sigue siendo azul,
y sentiré una vez más que no vivo en vano
aunque sea despojada de ti.
Quizá los prados dorados a mis pies
harán agradables las horas de sol primaveral
y me parecerán dulces las blancas flores de mayo
aunque te hayas ido.
Quizá los bosques de estío resplandezcan,
las rosas rojas sean hermosas de nuevo
y una delicia los otoñales campos de cosecha,
aunque tú no estés aquí.
Quizá algún día no me encoja de dolor
al ver pasar el año que termina
y escuche de nuevo villancicos
aunque tú no puedas oírlos.
Pero aunque el amable Tiempo renueve ciertos gozos
el más grande de ellos no sentiré de nuevo
pues mi corazón se quebró
hace largo tiempo al perderte.
Primer Hospital General de Londres, febrero de 1916.
En la antología "Nada tan amargo.
Seis poetas inglesas de la Primera Guerra Mundial"
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