Cuando Saturnine llegó al lugar de la cita, le sorprendió que hubiera tanta gente. Sospechaba que no sería la única candidata, desde luego; pero de ahí a ser recibida en una sala de espera en la que la precedían quince personas, iba un trecho.
"Demasiado bonito para ser verdad", pensó. "Nunca conseguiré que me elijan como coinquilina." No obstante, como se había tomado libre toda la mañana, decidió esperar. Aquel magnífico lugar la invitaba a hacerlo. Era la primera vez que entraba en un palacete del distrito séptimo de París y no daba crédito al lujo, la altura de los techos y el sereno esplendor de lo que apenas constituía una antesala.
El anuncio especificaba: "Habitación de 40 m2 con cuarto de baño, libre acceso a una cocina amplia y equipada", por un alquiler de 500 euros. Debía de tratarse de un error.
Principio de "Barba Azul"
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