Antes de que el lector se adentre en el inescrutable territorio que se abre ante él, resulta imprescindible equiparlo con unos cuantos datos generales acerca de lo que va a encontrarse. La primera parte de este ensayo gira en torno a mi afirmación de que el sexo reviste un cariz político que, las más de las veces, suele pasar inadvertido. He tratado de justificar esta aseveración resaltando la función que desempeñan conceptos como el de poder y dominación en algunas descripciones de la actividad sexual ofrecidas por la literatura contemporánea. Tras un breve análisis de esos ejemplos (escogidos al azar), me he propuesto estudiar, en un segundo capítulo y desde un punto de vista exclusivamente teórico, la relación social que existe entre los sexos. Dicho capítulo -que, en mi opinión, es el más importante de todo el libro y también el que más dificultades me planteó a la hora de componerlo- pretende llegar a una visión global, pero sistemática, del patriarcado, considerado como institución política. Muchas de sus observaciones (y lo mismo cabría decir de los demás capítulos) se distinguen por su carácter puramente tentativo que, en mi afán por presentar una argumentación consistente, me ha inducido a omitir (aún reconociendo su peso) las contradicciones y ambigüedades más familiares de nuestro engranaje social.
La segunda parte de este ensayo -que consta de los capítulos tercero y cuarto- es, por su índole, esencialmente histórica y se propone arrojar una clara luz sobre esta honda transformación de las relaciones sexuales tradicionales que se desarrolló durante el siglo XIX y los inicios del XX, así como sobre el clima reaccionario que se implantó a continuación, perpetuando el modo de vida patriarcal (si bien levemente enmendado) y frustrando durante tres décadas cualquier esbozo de un cambio social revolucionario. En cuanto a los tres capítulos siguientes, se dedican de forma específica a la obra de tres escritores que, a mi parecer, son muy representativos de dicho periodo, y pretenden examinar tanto sus respuestas ante la perspectiva de una modificación profunda de la política sexual como la función que han desempeñado en la mentalidad reaccionaria. Por último, el capítulo octavo, consagrado a la producción literaria de Jean Genet, responde a la intención de presentar un contraste marcado respecto a los autores anteriores gracias a la visión de la jerarquía sexual que, a través del prisma homoerótico, Genet describe y expone en sus novelas, y también mediante el espectáculo de la opresión sexual que facilitan sus obras dramáticas, así como la necesidad que subrayan de erradicar esa opresión como primer paso imprescindible para el cumplimiento de un programa auténticamente revolucionario.
Principio de "Política sexual"
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