Mi oración se atenúa como un sol en su ocaso
en el que nadie fija su atención.
En el latir del tiempo hay una mano suave
que apenas si me roza.
Una última sombra se posa en mi mejilla
envuelta en el enigma del mundo y su existencia.
Medito, me despido de alguien que se parece a mí,
alguien que me es extraño, profundamente extraño.
Un hondo malestar me anuncia
un espacio distinto que comienza a inquietarme.
Voy caminando a tientas por mi propia existencia
sin brújula que indique mi lugar de llegada.
Vendrá la muerte a transformar mi vida,
su misterio dispuesto a someterme?
Adónde se ha quedado el cielo de mi infancia
que pudiera envolverme en su azul luminoso?
Seguiré navegando a la deriva
sin que nadie me tienda sus dos manos?
De "Como un naúfrago"
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