saborean, glorioso, el placer de estar solos.
Su lucidez se apiada de los ebrios abrazos,
de la unión de las manos, del paso a ritmos suaves.
Aquellos cuya frente se oculta en los sudarios
saben del estar solos la voluptuosidad.
El semblante del mundo y la aurora contemplan
sin horror. Les envidia más de uno que los llora.
Quienes buscan la paz de noches y mortajas
saben de la embriaguez terrible de estar solos.
Los favoritos son del misterio y la noche,
y oyen cómo germinan las rosas bajo tierra.
Perciben sólo el eco del color, el reflejo
del sonido... Su atmósfera es de un violeta gris.
Saborean el gusto del viento y las tinieblas.
Sus ojos son más bellos que las antorchas fúnebres.
De "Evocaciones"
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