Lo que escribo me lo tengo que comer; lo que no escribo... me devora. Por el hecho de comérmelo no desaparece. Y por el hecho de que me devore no desaparezco yo. Siempre pasa lo mismo cuando, al escribir, las palabras se convierten en algo distinto para poder ser precisas, cuando los objetos se independizan y las metáforas ladronas, se adueñan de lo que no les pertenece. Es al escribir cuando las palabras se convierten en algo distinto para poder ser precisas, cuando tal vez se hace patente que siempre son la misma nieve y el mismo tío.
De "Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío"
en el libro "Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío"
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