Ahora ya no llueve y el verano
sin piedad se derrama
por la noche y su frente.
No llueve ya esta noche y sin embargo
en mi ventana el mar sigue creciendo.
Son nardos las luciérnagas
de la ciudad dormida.
En el instante, sola
contra el vidrio me vendo
y la humedad me alcanza, traspasado
el hueco de frontera que no existe.
Flor y cristal y líquida
vena rosa el silencio.
Lentamente
deshacerme en olvido como el agua.
Como de espejos, blanca, desangrarse.
De "No temerás"
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