Todo está como entonces. Nada está como entonces.
Háblame. Dios de mi niñez. Háblame, angustia, inocente!
No comprender nada. Siempre de otro modo, desde el primer grito hasta el último suspiro.
Y, no obstante, también eso fue vivir. Y los instantes felices salen a mi encuentro desde el pasado, cual vírgenes con un candil en la mano.
de "Hacer un alto"
en el libro "Dualidad"
en el libro "Dualidad"
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