5.11.19

Liudmila Ulítskaya. Sóniechka

Desde pequeña, salida apenas de la primera infancia, Sóniechka se zambulló en la lectura. Su hermano mayor, Yefrem, el bromista de la familia, le repetía incansablemente la misma chanza, que ya sonaba pasada de moda en el momento de su invención: "A Sóniechka, de tanto leer, se le ha puesto el trasero en forma de silla y la nariz de pera!"
Por desgracia, aquella burla no pegaba de exageración: su nariz tenía verdaderamente la forma difusa de una pera y Sóniechka, larguirucha y ancha de espaldas, con unas piernas flacas y un trasero plano poco memorable, la única forma bien definida que poseía era la de un busto opulento de mujer, desarrollado precozmente y añadido, como sin venir a cuento, a una figura esmirriada. Sóniechka encogía los hombros, se encorvaba y se ponía vestidos talares, avergonzada de la abundancia inútil por delante y la planicie desoladora por detrás.


Principio de "Sóniechka"
    

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