2.12.19

Adrienne Rich. XVII

Nadie está predestinado o condenado a amar a nadie.
Los accidentes ocurren, no somos heroínas,
ocurren en nuestras vidas como accidentes de tráfico,
libros que nos cambian, barrios
a los que nos mudamos y que acaban por gastarnos.
Tristan und Isolde no es precisamente la historia,
las mujeres al menos deberían saber la diferencia
entre el amor y la muerte. Ni copa de veneno
ni penitencia. Nada más la idea de que la grabadora
debería haber capturado algún rastro de nosotras: esa grabadora
no sólo reproducía, sino que debería habernos escuchado,
y podría instruir a las que vinieran después:
esto es lo que fuimos, así es como intentamos amar,
y éstas son las fuerzas que habían alineado en nuestra contra,
y éstas son las fuerzas que habíamos alineado en nuestro interior,
en nuestro interior y en nuestra contra, en nuestra contra y en nuestro interior.


De "El sueño de una lengua común"
    

No hay comentarios: