Y luego, Louis de Robert un día me regala Du côte de chez Swan. Que conquista! El dédalo de la infancia y de la adolescencia abierto de nuevo, explicado, claro y vertiginoso. Todo eso que uno hubiera querido escribir, todo eso que no ha atrevido ni ha sabido plasmar, el reflejo del universo sobre el largo río, turbado por su propia abundancia. Que Louis de Robert se entere hoy por qué no recibió la menor expresión de mi agradecimiento: le olvidé, sólo escribí a Proust.
De "Rasgo por rasgo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario