las palabras no servían siquiera para abrir mi puerta.
Pero cuando te fuiste
las salvé metiéndolas en el calor
como pajarillos desvanecidos al golpearse contra la ventana.
Y nunca se cansan de cantar.
Y siempre las estoy escuchando.
[Niityltä pois, 1951]
En la antología de "Poesía nórdica"
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