Si los cronistas encargados de celebrar la primavera, ni los lectores, resignados por costumbre a la loa trimestral de las estaciones, se equivocan: este año la llegada de la primavera y sus comentarios huyen del tópico acostumbrado.
1940 hace nuevo lo trillado da a lo vulgar un extraño color de recepción. El invierno atroz se hace cómplice de la que vieron allá en el Norte las nieves la noche ártica los hielos despanzurrados por los obuses y sellados sobre los muertos. Ese invierno fue tal que a su solo nombre nos ensombrecemos. Así pues no es posible que la primavera que viene se parezca rasgo por rasgo, flor por flor, nido por nido, a las primaveras pasadas; lleva en sí, ilegibles, demasiados misterios y demasiadas esperanzas. Esperada es, no obstante, la perpetua sorpresa del universo.
De "Primavera en guerra"
en el libro "Diario intermitente"
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