y la puse a secar.
Luego subí al pueblo
y estuve ocupada todo el día.
La manga de tu mejor camisa
se levantaba ceremoniosa
cuando regresé; nuestras
ropas de dormir se enroscaban y desenroscaban
en una breve ráfaga de viento.
Para mí se iba haciendo tarde;
para ti, donde estabas, no.
Había luna llena
pero unas nubes escasas hacían que su luz
no fuera por completo de fiar.
El lado de tu cama parecía
tan ancho y llano como Kansas;
tu almohada esponjada, fresca,
y alegórica...
De "La barca de las horas tranquilas"
En "De otra manera"
1 comentario:
Ausencias en los detalles, en aquello en lo que se fija el alma.
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