24 de noviembre de 1981
En la casa de mi abuela paterna, en Fiume, el vestíbulo era amplio y luminoso. Contra una pared se apoyaba una gran mesa de madera maciza con patas extrañas, ora delgada, ora voluptuosamente abultadas, que terminaban en grandes bulbos. En el largo recorrido entre la mesa y el suelo, su redondez a veces cedía bruscamente ante la animosidad de un cubo, para después descomponerse enseguida en un nuevo y ágil tobillo o en una robusta pantorrilla. Mis dedos infantiles recorrían poco a poco aquellas curvas y aquellos recovecos, descubriendo nidos secretos de polvo que ni siquiera el riguroso y tal vez excesivo amor de la abuela por la limpieza lograba alcanzar.
Principio de "Verde agua"
No hay comentarios:
Publicar un comentario