En el tren se me acerca un hombre
y me pregunta
por el libro que leo,
Cuentos de invierno, de Karen Blixen.
Soy vista
por una mirada luminosa,
no busco escondite en el paisaje
que pasa ante el cristal del vagón,
porque esta mirada no
va a caminar a otros lugares.
El libro está entre él y yo,
no se puede usar como escudo
porque de repente
nos está uniendo.
Mejor pedida de mano no la he conocido,
deja su impronta en el alma.
Es él, el que pocos días después
bajo una corona de libros verde pálida
me besará
una noche de agosto
cuando el sol caiga en picado.
Temblamos, y todas las hojas del árbol
se ponen en movimiento.
El germen de los sueños
planea
en el viento tibio.
Es él, con quien después
me casaré,
un cuento de invierno con el sol en lo alto y un frío insondable.
De "Sol de salamandra"
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