La vida es la cosa más triste que existe, después de la muerte; sin embargo, siempre hay nuevos países que ver, nuevos libros que leer (y que escribir, espero yo), otras mil maravillas diarias ante las cuales admirarse y alegrarse, y esos momentos mágicos en que el mero descubrimiento de que hay tres polluelos en el nido de la golondrina puede transformar tu desesperación en deleite. El mundo visible es un milagro cotidiano para quienes tienen ojos y oídos; y todavía me caliento agradecida las manos al fuego del antiguo hogar, aunque cada año este fuego se alimente de la leña seca de más y más recuerdos del pasado.
Final de "Una mirada atrás"
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