Cuando en realidad, la tarea consistía en mojarse hasta los huesos. Vadear hasta la otra orilla. Y una vez allí seguir andando. No se puede hacer como si el dolor, tanto el sufrido como el que se ha infligido, dejara de existir arrancando simplemente la hoja del calendario. Diximus hesternae die. Esto tiene dignidad si lo dice aquel que sale de prisión. En boca de un capo de campo de concentración sería otra cosa. Y quien sea que lo diga, siente la diferencia. Si simplemente se corta, como si se cortara un dialogo malhecho, un trozo de la cinta grabadora, entonces el "Dijimos ayer" pierde su grandeza. "Dijimos ayer" incluye todo lo que se ha dicho antes y que en adelante ya no se dirá.
De "El segundo paraíso"
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