31.10.20

Mahvash Sábet. El viaje de la semilla

Antaño fui una semilla inútil,
la pequeña simiente que la providencia
plantó en las mediaciones del arroyo de tu amor.
Por un tiempo yací
en las profundidades de la tierra,
bebiendo de las aguas cristalinas
de Tu amabilidad,
intentando entender
la pureza de mi existir.
   
Y tras la estación de la espera,
la corteza de mi ser se quebró
y las llagas abiertas de mi cuerpo,
ungidas por tu bálsamo,
rompieron a doler.
   
Insoportable era sentirme separada del pasado,
sin futuro en mi adentro,
lloré, gemí, sufrí,
hasta que al fin supe qué hacer:
me liberé de la corteza
para encontrar
estos nuevos vestidos
de piel desnuda y vulnerable,
de una vez libre de mi ser antiguo.
   
Ya no supe de dónde había venido
ni a donde había de ir.
   
Y así, deambulando,
aprendí a hablar menos
y a escuchar mucho más,
a crecer y a volar,
luchando por llegar a la certeza.
   
Entonces Tu belleza brilló frente a mis ojos
en la umbría espesura
y te encontré
en las gotas brillantes de la lluvia
mecido igual que en una suave brisa
de primavera.
   
Y ansiando dar caza a la luz
me levanté y volé hasta alcanzar el sol,
en sus destellos me vi reflejada.
   
Y vi brotes pequeños y preciosos
y vi las ramas rojas de mi cuerpo
hundidas
bajo las hojas verdes.
   
Ya no soy lo que fui:
Ahora soy un río,
ya no soy una alberca.
Mi primavera no cabe en sí de gozo,
ávida de los frutos.
   
Pero imaginen
cuántas semillas
aún siguen ocultas,
listas para brotar
desde mi corazón.
   
   
De "Poemas enjaulados"
    

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