Sólo el nombre era azul. El pozo en sí era negro, o gris platino, o verde botella, o marrón como una ciénaga. Antaño tuvo una tapa pintada de azul. Por eso lo llamaban "el pozo azul". Decían: "No debéis ir al pozo azul! Una vez el pequeño Lars se cayó dentro". La madre de Herdis le advertía: "Si vuelves al pozo azul, te daré una paliza".
Herdis se sentía atraída por el viejo pozo azul como si escondiera una aventura desconocida. Por la noche había estrellas allí abajo, las había visto con sus propios ojos. Pero Judith, Ester, Peder y la madre del pequeño Lars decían que El Maligno estaba allí abajo. En aquella época, Herdis lo creía. Tenía miedo del Maligno, aunque temía a Jesús por lo menos con la misma intensidad. Pero eso fue hace mucho tiempo. Seguramente hace más de un año. Cuando era pequeña.
Había música abajo, en el pozo. Una vez se lo dijo a Ester y a Judith, pero se sonrojó de inmediato. Resultaba demasiado difícil contar de donde venía esa música. Y así ocurría con muchísimas cosas. Era difícil hablar de ellas. En cuanto salía de su boca se tornaban mentiras. Por eso decían: Herdis miente.
Principio de "Música de un pozo azul"
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