Cuento demasiado con los cumpleaños, aunque sé que no debiera. Inevitablemente, en ellos empiezo a evaluar mi vida, calculando lo bien que me va según la cantidad de gente que se acuerda; es como la vieja fantasía de asistir a tu propio entierro: por los que van, se sabe quiénes son los amigos.
De "Anagramas"
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