Yo te saludo, Roma, hija de Ares,
soberana valiente de cinturón de oro
que habitas en la tierra un venerable Olimpo
por siempre inquebrantable.
Solo a ti, la más digna de respeto,
ha concedido Moira la fama soberana
de un mandi indestructible, a fin de que acaudilles con un regio poder.
Bajo tu collera de fuertes correas
el pecho de la tierra y el del grisáceo mar
están trabados. Y llevas tú el timón, inconmovible,
de ciudades y gentes.
Aunque todo lo abate el tiempo poderoso
y transforma una vida con distintas mudanzas,
solamente en tu honor la brisa del poder que hincha las velas
el tiempo no transtorna.
Pues de todos tú sola a los más vigorosos
y magnificos hombres de armas los engendras
como si de los campos hicieses brotar fruto de Deméter
de granadas espigas.
En "Grecorromanas.
Lírica superviviente de la Antigüedad clásica"
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