Oye el rugido de su propio pulso, la respiración entrecortada, y sabe que oye otra respiración además de la suya. Así es. Sí, de verdad.
Ahora tiembla, agacha la cabeza, cierra los ojos con fuerza. Un pensamiento toma forma en su cabeza: Te echo de menos, te echo de menos, daría cualquier cosa por que volvieras, cualquier cosa.
Y termina, el momento pasa. La presión cede como un telón. Abre los ojos, apoya la mano en la pared de la casa para no caerse. Se ha ido, se ha ido otra vez.
De "Hamnet"
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