28.10.21

Jeanette Winterson. Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

Cuando mi madre se enfadaba conmigo, algo que sucedía con frecuencia, decía: "El Demonio nos llevó a la cuna equivocada".
La imagen de Satanás aparcando por un rato la Guerra Fría y el macartismo para visitar Manchester en 1960 -propósito de la visita: engañar a la señora Winterson- es de una comicidad extravagante. Mi madre era una depresiva extravagante; una mujer que guardaba un revólver en el cajón de los trapos, y las balas en una lata de abrillantador. Una mujer que permanecía toda la noche en vela preparando tartas para no tener que dormir en la misma cama que mi padre. Una mujer con prolapso, problemas de tiroides, insuficiencias cardiacas, una pierna ulcerada que nunca sanaba y dos juegos de dentaduras postizas: una mate para ponerse a diario y otra perlada para las "ocasiones".
Desconozco por qué no quiso/no pudo tener hijos. Sólo sé que me adoptó porque quería una amiga (no tenía ninguna), y porque fui para ella como una bengala lanzada al mundo -un modo de decir que ella estaba ahí-, una especia de X en el mapa.


Principio de "Por qué ser feliz cuando puedes ser normal"
   

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