Me llegó una carta de la dama Koshõshõ. Mientras escribía la respuesta, una repentina llovizna oscureció el cielo. Pero como la mensajera tenía prisa por llevar la respuesta, me limité a escribir: "El cielo, como mi corazón, se ensombrece y se turba", y a mandarle unos versos bastante mediocres.
Cuando se hizo de noche, llegó la contestación de mi compañera en un papel teñido de color morado oscuro degradado. Contenía estos versos:
Contemplo el cielo
de oscuras, densas nubes
vertiendo gotas
que, presiento, lágrimas
son de tu corazón.
Sin recordar qué le había escrito antes, repuse:
Tiempo es de lluvias
mas si el cielo nublado
yo contemplo
con densos pensamientos,
cómo mis mangas podrán secarse?*
*Las mangas que no se secan es metáfora de incesantes lágrimas.
De "El diario de la dama Murasaki"
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