24.3.22

Andreia C. Faria. Descarnación

Hasta los treinta años tienes
la cara que Dios te dio. Después
tienes la cara que mereces. Es una promesa
de ironía, una sentencia sin recurso.
   
Y te fue dicho así:
estás entregado a la íntima labor
de lo que comes, al número de horas que duermes,
aquello que haces y sobre todo
aquello en qué piensas. Dios
(perdónale la flaqueza)
toléranos en tanto somos jóvenes,
ampáranos, desarrúganos 
la frente luego de un disgusto, tal vez
nos ame, pero déjanos 
solos cuando la belleza
es terreno poco firme
   
y asiste de lejos
al desafío temerario que lanzó
a cada hijo.
   
Sabes entonces que el rostro es una flor
plantada en lo oscuro, una corola
tierna, redonda e impenetrable
que brota y se abre
con los pétalos lisos y brillantes, o
confusos y despeinados, 
según la fuerza
y la dirección del viento


En "Sombras de porcelana brava.
Diecisiete poetas portuguesas"
    

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