Dejé el coche al lado de la catedral y bajé las escaleras hasta la Place des Jacobins. Seguía lloviendo a cántaros. No había parado desde Tours y lo único que había visto de esos campos que tanto me gustaban era la superficie lustrusa de la route national, cortada rítmicamente por el monótono vaivén del limpiaparabrisas.
Principio de "El chivo expiatorio"
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