Yo repetía un poema de Thomas Hardy en mi mente:
Nunca decir adiósni susurrarme una suave llamada,ni murmurar un deseo por una palabra, mientras yoveía la mañana endurecerse sobre la pared,impasible, ignorandoque tu gran partidatenía lugar en ese momento, alterándolo todo.
De "Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?"
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