3.8.22

Vivian Gornick sobre Colette

Cuando mediada la veintena -y seguía estando muy verde en lo tocante a vivencias eróticas-, muchas de mis compañeras de facultad y yo nos obsesionamos perdidamente con Colette, y durante muchos años la leímos con el embeleso de unas discípulas deslumbradas en presencia de una profesora magistral: la leíamos, eso es, para aprender más sobre quiénes eramos, y cómo, dadas las limitaciones de nuestra condición, se suponía que debíamos vivir. Esa condición, por supuesto, no era otra que la de ser mujeres y, ceteris paribus, era el Amor (según nos habían contado desde la infancia) el terreno en el que habría de librarse nuestra particular batalla con la Vida. No había otra escritora viva, nos parecía, que entendiera nuestra situación tan bien como Colette; de hecho, nadie estaba a su altura.


De "Cuentas pendientes"
         

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