29.10.22

Luz Pichel. XXIV

No pierdas de vista las señales, vigila
ese sabor de tronco dañado por la fiebre
el olor de las nubes, la altura
de las aguas en los pozos. Atenta al oleaje
pequeño de tu cuerpo. 
   
Pues es duro
es duro amanecer sin castañas y leche
se hace duro. 
   
Cuidado el can sin dientes que babea tus pies
y los pájaros calvos que te visitan y se ríen
en sueños. 
Cuidado la vaquita que murió
de dolor, que se quedaba seca y moría
de amor en otro tiempo y ahora
reaparece con los ojazos negros y vacíos
del luto. 
   
Oh, tus futuros dueños
qué maldición la suya
siempre tú recordando las raíces
que chuparon con saña 
con ambición de cuervas.


(El pájaro mudo,  1991)


En "Rojo-Dolor. Antología de mujeres poetas en torno al dolor"
    

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