Escribo estas palabras en el tren que me lleva a Milán. Raudos atravesamos torres, fábricas, estaciones, depósitos y, finalmente, un campo en que una manada de caballos negros vira a galope cuesta arriba. "Todo intento de descripción es ocioso", escribe George Eliot; aun así, se pueden encontrar fragmentos de tiempo sin agotar. Quién puede nombrar sus transacciones, la sensación del viento inasible en nuestros cuerpos, esfuerzo desconocido -una crin negra?
Del prólogo de "Economía de lo que no se pierde:
Leyendo a Simónides de Ceos con Paul Celan"
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